sábado, abril 29, 2006

Con las mejores intenciones

Del azul del cielo al negro de la nada”

King, Eso


Resbaló bajo la nube que se inventó antes de descender el tercer escalón. Suspiró, mientras doce hojas de otoño desaparecían con el rumor de una memoria inútil. Se aferró a la baranda, evitando burdamente un impacto inminente y menudamente innecesario. Y el corazón le dio un vuelo que casi le reventó la vida de un zarpazo, y aun así sobrevivió, observando la letra que autónoma se trazaba por la pared y a la fuerza inexistente que reprodujo su ingenio antes de azotarse el cuerpo con la humedad fría.

Silencio, se quedó quieto amoldándose al vació que sucedía al golpe, sintiendo en los huesos la energía de estrellas enormes, percibiendo el cielo más alto y el mundo más sumergido en la profundidad de la tierra.

Y así, escupido en la superficie, como más ansia que astucia, soltó el grito de labios cerrados y el reproche de sensaciones titánicas e increíbles.

Escuchaba su agonía al compás del libro amarillo que escondía, bajo siglos de lágrimas y tormentos.

Resucitó al tercer día a sabiendas del engranaje ingrato que acababa de mover. El resto, el resto vino con la miseria del tiempo y la desfachatez de la gente.