miércoles, junio 11, 2008

Amores Limpios - Cuento

Amores limpios

Por el Autor

Saliendo a media tarde, cielo paralelo inundado de reflejos espaciales en celeste descampado y glorificado en la figura horrorosa del peñasco selenita, el amante en desgracia llora la perdida de la dulce Leonor. Entre los dedos, trece semanas de arrumaco, caricia y puerta suprema del amor; ahora más bien nada, presente ingrato y bombardeado por demagógicas manifestaciones de porvenir sentimental venido inesperadamente al dolor de una ruptura, quiebre causa despiadada de un tercer actor sin atisbo de invitación. Traición de boca y frívola tecnicidad, agravada con verbos afilados de amor a priori en justicia del daño.

Jornadas exhaustivas de incondicional pasión, en naufragios espumosos de tibia complicidad a triplete diario, olvidadas sin remordimiento por la sin igual Leonor. Momentos que al evocarlos en la vorágine del recuerdo, dispersan en su corazón despechado la llama de un deseo de sacrificio superior a la magnitud actual de sus fuerzas. “La vida es así, una fiera competencia que deja atrás a unos por la mejor oferta de un contrario, por el frenético anhelo de aspirar a lo mejor vez por vez”.

Lagrimas gigantes le resbalan por el cuerpo, estigma de angustia demoledora, de escena caliente aún vivida en la retina y las sucursales libertarias del imaginar. La real y pavorosa traición de boca, la unión ilícita de almas enredadas en juegos húmedos, lengua voraz incontenible. “Oh, tanta herida sangrante al descubierto, al fatal efecto de los elementos. Una mejor opción, una combinación más atractiva de beneficio y se acabo, lo cambian a uno sin importar el tiempo compartido ni la intensidad del querer. ¿Acaso nada es suficiente?”.

Pobre amante ninguneado, desperfilado por las ineludibles dotes físicas conferidas por el azar técnico científico dental. Arma de doble de filo, causa simultanea de su desdicha como de las ventajas comparativas del actor paracaidista que intervino en la senda feliz del cariño de Leonor. Y ahora, a media tarde, a minutos bravos y rapaces de poner fin higiénico a su existencia, labor y profesionalidad, el cepillo dental modelo clásico, verde intenso, filamentos viriles levemente chascones, contempla el abismo niquelado, las aguas quietas y el musgo oliente y maloliente, residencia nueva de la labor otrora exclusiva de la bien amada Leonor. “¡Contra un Cepillo eléctrico, cargador USB, 2048 MB de memoria, reproductor MP3 y porte apuesto y bien plantado, no se puede hacer frente!”, dictaminó firme y claro cuando la mano vestida en plástico amarillo, lo conducía firmemente hacía el triste destino de orines, residuos fecales y compañía. “El amor así, una oferta constante de más y más. Nunca es demasiado, siempre faltan detalles materiales para elevar exponencialmente los matices. En ese mercado de libre cariño, no hay buen corazón que resista sin soporte bancario y algo más que nobles y legitimas ganas de amar” y habiendo pensado sentidamente esas palabras, barrió con el vestigio del almuerzo de Leonor, irónicamente hilvanando las curiosas vueltas de la vida, “De limpiarle las sutilezas de los dientes, ahora sólo me quedan los resto inmundos de sus excreciones. ¡Una mierda!”.

Y es así como terminan los príncipes de nuestro tiempo, con las peores sobras posibles y un penetrante olor a letrina. Que se juzgue sin contemplaciones.

Fin

Miércoles 11 de Junio de 2008, Concepción, Chile.



Nota del autor: Tiempo sin escribir, algo breve, pero que su elaboración trajo consigo una gran satisfacción. Dedicada a la verdadera Leonor, la que amo.
Sin más, de despide desde la tribuna lejana de un procesador de texto,
El Autor.