lunes, mayo 29, 2006

Gran Paro Nacional de Estudiantes Segundarios

Uff...que día más largo.
Mañana se levantan mil voces contra la noche, y el temblor de millones de inviernos va encontrarse en la plaza, en las vestiduras de escudos diferentes, amparadas en la luz de la misma estrella.
Oh, que día ás tediosamente largo.
Peligroso, impredecible.
El mundo se acaba de un momento a otro. Lo impensable es la sangre que se vendió a las probabilidades.
Y aquí, desde lejos...
desde afuera...
Poco ahora, menos despues...
siete hojas sulfuradas prenderán las almas hasta elevarse a lo infinito.
Un lamento...
Y aquí...la eternidad.

sábado, mayo 20, 2006

Singing in the rain...


He abusado del texto y de la pluma en este blog...bueno, para alterar el guión persuasivo de la rutina:una fotografía junto a unos compañeros.
Eso.
PD: el interescolasr fue un desastre...T_T

lunes, mayo 15, 2006

El engranaje

El aire se desmoronaba como un caudal de agua fría, había niebla y un hombre que caminaba sobre ella. Piensa, esa sombra con forma piensa. ¿Qué trama teje el hombre sin nombre? Imposible saberlo y casi no importa. Susurra un reclamo contra su suerte, que de suerte tiene a tientas el apodo y la intención, porque…

Lo que de verdad sentía era la noche, su compañera furtiva, esa nube de la que se aferraba en instantes como este, donde la niebla era la seda que protegía su alma del resto de la tierra.

Sobre el mundo, ayer, su nombre, el olvido.

FIN


pd: el miercoles tendré los resultados del interescolar de cuentos!! Ansia, ansía...expectativa, sueño...eso.

sábado, mayo 13, 2006

CASI INEVITABLE

Nota: despues de juntar varios relatos cortos(varios publicados aquí), aparentemente inconexos, nació este cuento para un el interescolar. Es el segundo concurso literario al que voy, espero tener fortuna esta vez.
Eso.

EL FABRICADO


Le gustaba escribir su diario en tercera persona, porque se sentía más cercano y a la vez más lejano de sí mismo. Definitivamente esa era la sensación que andaba buscando y por decirlo así, era también una de las pocas cosas de sabía hacer bien. Por nada más que eso le nacía la fascinación mágica de entregarse por completo. Por nada más sentía esa explosión de júbilo estallar en su cabeza, esa locura de los dedos al estrecharse a un lápiz y trazar un millón de carácteres sin más significado que el de una figura volátil en la arena.

Pero ahora no era capaz.

El cuerpo débil, la tristeza que le truncaba el alma y le imposibilitaba encontrar su lugar en el guión de la rutina, le impedía soltar el gorgoteo cadencioso de su voz y sus derivaciones infinitas.

Estaba de pie en la azotea, era de noche, era de día, el calor se mezclaba con la humedad fría y el tiempo retrocedía al encumbrarse en lo venidero, en lo ulterior.

Y era mentira…

Un cuento suyo.

El cuaderno amarillo y el lápiz y esa lágrima que casi lograba escabullirse por su mejilla y encontrar la luz apagada de la noche, que no era noche, si no más bien medio día o tal vez las diez, quizás las cinco.

Le gusta el helado azul y de chocolate. Tiene cuarenta y dos años.

Blasfema.

Enloquece… (Silencio)…

Y luego descendió nueve escalones. Se imaginó el eco de un padrenuestro y miró las nubes pensando en el color de una canción que se le acababa de ocurrir. Y se quedo detenido escuchando el sonido de la respiración de las paredes, el retumbar sordo y metálico de las pisadas en los escalones. “Si no tengo lo que quiero, entonces no quiero nada en lo absoluto”, murmuró con la voz apagada.

Dio un rodeo por el túnel menudo de sí mismo, vadeó siete espectros y por poco colisiona con un corazón desprevenido. No despegaba los ojos de la ventana y de la tarde que sería noche de un momento a otro.

Bajó de una nube cargada de lluvia y se sumergió en el vaso de agua mineral que se inventó antes de descender el décimo escalón. Pensaba en muchas cosas sin importancia, otras tantas innecesarias y unas pocas interesantes.

Y lo distinguió…

Fue un hilo de aire que le revolvió el poco pelo que todavía le quedaba, pero lo percibió. Visualizó esa escena que lo perseguía hace años y que terminaría con él tarde o temprano….

Se quedó dormido sobre un cuaderno nada prolijo y un poco amarillento.

Se inventó un grito de espanto y por poco podía sentir que volvía al pasado y estaba ahí, mentalmente tendido en la cama, escuchando inmóvil e impotente. Otro grito, era su hermana. Esta vez casi tembló, casi emitió un suspiro entrecortado, titubeante. Pero aún así estaba inmóvil, con el cielo más arriba y el mundo más abajo; flotando. Suspendido y expectante a los sonidos, cabalgando por las paredes, amoldándose al vacío y de vuelta en su cama. Y de su cama, en un torbellino refulgente de sensaciones meteóricas, al presente inmediato de la escalinata y a la fuerza sobrecogedora que lo absorbía por completo.

Pero no terminaba ahí. Tenía la ficción engarzada a la palma de las manos, el lápiz en la cabeza y las palabras de su día desdoblado. Aquel día vivido dos veces…escrito y reescrito hasta al cansancio en ese cuento suyo de nunca acabar.

Y era mentira, simplemente porque ya estaba dicho que así fuera.

El cuaderno amarillo lo mira desde la esquina, allí esta todavía mordiendo en anzuelo de las horas y de la ficción. Es casi como una retahíla fantástica unida por los hilos de un destino anónimo y determinado a sobrescribirse, quien sabe hasta cuándo y por qué.

El resto, lo que sigue, es literatura.

martes, mayo 09, 2006

Mordiendo el anzuelo

Fue el mejor de tan pocos, que casi no valía la pena ostentar el titulo y la celebridad.

“Granada”...Escuchaba “Granada” en voz de Domingo y Pavarotti.

Bueno, como decía, era el mejor mentiroso entre tanta gente honrada, que no le era posible en lo absoluto sentirse orgulloso.

“Con te partiro”…Bocelli. Se alegró

Ahora inventa poemas de amor y cocina películas en la peluquería, mientras pinta un cuadro de siete esquinas y bebe un poco de agua con sal.

Y quizás fuese mentira,

Un cuento de la casa, suyo, tan suyo como el mundo y sus bolsillos. O tal vez no, y por el contrario, la normalidad palidecía en un agónico orgasmo fatal, asesino.

O Acaso…


No había cuaderno.


Con suerte se mantiene en pie. Da un giro en el aire, extiende su mano a una compañera invisible, inclina la cabeza, simula una reverencia y escucha el tango sentado al borde de la silla. Grita con los labios cerrados, se mueve sin despegar los pies del suelo y escucha el tango.

Dos días después no puede evitar que el muelle se derrita bajo sus pies. Y quizás tenga miedo y tal vez se quiera morir, mientras recuerda la película que nunca filmó, escucha las canciones que jamás compuso, recite los poemas que simplemente se atrevía a escupir con rabia y lea cuentos que vendieron su cuerpo al tiempo, a la mentira.

Siete horas más tarde, muy plausiblemente, se arroje al mar a sabiendas de haber fracasado y también llore con la sensación de odiarse.

Intentará contarse un cuento y aún así no podrá seducir el destino ni la suerte.


nota: "el que tenga oidos, que oiga; ¡Que así sea!"

domingo, mayo 07, 2006

El frío es oscuro y te desnuda

Y estoy aquí otra vez. Hay más noche y menos ruido. Nancy Sinatra me invita a disparar palabras y quizás en el siguiente párrafo no me resista y exploté en esa verborrea mía que a nadie le parece importar. O tal vez me niegue y cada frase inminente sea un eco falso, reprimido. Acaso siquiera estoy vivo después del punto seguido o la coma que aguarda a la vuelta de la esquina. No quiero saberlo y tú, tú que lo sabes no pretendas advertirme nada. Prefiero ser consumido antes por el misterio que por la muerte presurosa, esa sin remedio ni consuelo

Y voy hablar de lo que se me da en gana, porque esta noche el tiempo se derrite en mis dedos, se me desliza por los labios y me sangra por heridas abiertas en la palma de mi mano. Estoy incomodo en una silla incomoda, tengo el teclado apoyado en las piernas y creo que no siento nada. Por lo demás casi soy feliz, por lo demás el otro día casi sonreí de verdad.

En eso veo sombras danzando a las seis en pleno, me invento un cuento y pasó diez minutos soñando que me pierdo en una realidad alterna, donde mis huesos son de papel y se queman dentro de mí. Me imagino corriendo por una tierra negra, seguido de cerca por emociones sorprendentes. E incluso, un par de momentos después, estoy tendido en un desierto de arenas verde cielo. Te extraño y regreso a las seis para notar que las sombras nunca estuvieron allí. No me lamento en lo absoluto y me subo en un torbellino invisible que me transporta a millares de días en el futuro. Conversó conmigo en una habitación soleada y me pregunto un montón de cosas, las cuales tengo la amabilidad de contestarme.

Me aburro, vuelvo.

Y aquí, sin más sentido del que me persigue, dejo a mi alma palpitar al vacío y con cada recuerdo que logra salir al exterior dejando en mis huesos la tensión del desconsuelo. Y aquí, sólo yo, supongo en lo que será a posteriori del eventual acto de mí despertar.

El teclado es mió.

Una taza de café no me viene mal, pero no puedo hacer ruido, me pueden descubrir. Y ahora caigo en la cuenta que debería estar triste, pero asombrosamente no lo estoy. Abro bien los ojos, me miro y te miro, no comprendo el por qué, la razón tras todo. Dices que no importa y no te creo. Oh, que extraña noche, ¿Verdad? Podría ocurrir lo impensado y eso me gusta, aunque no tanto como debería. Primero, porque ya es casi de día y el sueño me seduce más fácil. Segundo, porque en unas horas el uniforme gris me aguarda. Tercero, no tengo los bríos suficientes

Pero aún así estoy aquí más muerto que vivo; sí, es cierto. Pero aquí, ¿no? , dejando que la sombra de la noche me arrastre a esa masa burbujeante de mi alma cocinándose a sí misma una y otra vez, como hilo de un telar interminable y grandioso.

Y qué importa, siempre puedo esconderme tras el siguiente punto final.

martes, mayo 02, 2006

Renacer

La energía era corpórea y se deslizaba por la piel como el gorgoteo incansable de las horas sobre un mundo sumergido en aguas vivas. Lo supo cuando posó la mano sobre el cerrojo de la puerta y tentaba al sátiro universo que lo aguardaba con dientes afilados, a la mañana insólita que fue a caer ese día. Y en eso…

Titubeó.

Vio un millón de imágenes pasar a la velocidad de un rayo.

Dormía dejando por las sabanas el rastro de sudor frió caldeándose decididamente a la tela. Y no soñaba lo inútil que se desprende de la fantasía adolescente. Y no cobijaba su cuerpo en el desconcierto de revistas esparcidas ni suciedad metálica, es más, casi podía decirse que su habitación era un eslabón perdido de épocas remotas.

Cantó dormido un par de mentiras piadosas, soñó que escupía retratos de acianos gallardos y que pintaba una pintura nueva con sangre antigua remojada en vinagre y revuelta en cabellos grises y polvorientos.

Silencio.

Tijeras.

Era una tijera.

Pelo.

Tijeras. El espejo ancho, que casi envolvía la pared por completo y los dedos que lo conducían por reinos morenos, castaños, deslucidos. Alternadamente abría y cerraba la boca tragándose el contenido sucio del mundo y las sobras de la gente.

No habría un cuarto día simplemente…

Simplemente, porque se había equivocado de mundo y Dios, aunque no lo parezca, también enmienda sus errores.


Post: se agradece comentar el subtexto.... y Constanza, te dedico esto...tqm.

Renacer

La energía era corpórea y se deslizaba por la piel como el gorgoteo incansable de las horas sobre un mundo sumergido en aguas vivas. Lo supo cuando posó la mano sobre el cerrojo de la puerta y tentaba al sátiro universo que lo aguardaba con dientes afilados, a la mañana insólita que fue a caer ese día. Y en eso…

Titubeó.

Vio un millón de imágenes pasar a la velocidad de un rayo.

Dormía dejando por las sabanas el rastro de sudor frió caldeándose decididamente a la tela. Y no soñaba lo inútil que se desprende de la fantasía adolescente. Y no cobijaba su cuerpo en el desconcierto de revistas esparcidas ni suciedad metálica, es más, casi podía decirse que su habitación era un eslabón perdido de épocas remotas.

Cantó dormido un par de mentiras piadosas, soñó que escupía retratos de acianos gallardos y que pintaba una pintura nueva con sangre antigua remojada en vinagre y revuelta en cabellos grises y polvorientos.

Silencio.

Tijeras.

Era una tijera.

Pelo.

Tijeras. El espejo ancho, que casi envolvía la pared por completo y los dedos que lo conducían por reinos morenos, castaños, deslucidos. Alternadamente abría y cerraba la boca tragándose el contenido sucio del mundo y las sobras de la gente.

No abría un cuarto día simplemente…

Simplemente, porque se había equivocado de mundo y Dios, aunque no lo parezca, también enmienda sus errores.


Post: se agradece comentar el subtexto....

lunes, mayo 01, 2006

Contra la ventanilla


“Si lo dice Cortazar…más lo dudo”

Ella, aportillándome un comentario.

Tenía la frente contra la ventanilla, los parpados casi tupidos y la piel palideciendo con la presteza de un zarpazo expedito en una jungla inaccesible. Afuera existía muy poco, salvo el anochecer escuálido que se plasmaba ya demasiado inminente para enmendarlo. El microbús corría con el semblante aniquilado, casi como un escombro confinado a moverse por un deseo ulterior y sumisamente aborrecible.

Sudaba frío y cada recuerdo de lo anterior, de lo que había obligado a coger el microbús más próximo, le envolvía por completo en una telaraña de sensaciones desagradables, imágenes inconexas de un hecho que no podía precisar del todo. La verdad se le escapaba de entre los dedos contra sus anhelos. Cerró los ojos y se concentró en vano en una figura agradable, en una fantasía inocente, inconciente, lejana. Sobre todo lejana. Pero aún así le era imposible quitarse el sabor amargo en los labios. El vacío retenía emociones incomprensibles en un desfile de contracciones titánicas y destructivas.

Y en eso…

El autobús se detuvo y por primera vez notó que llovía. “Si no puede ser tuyo, entonces no se halla este mundo…”, recitó casi sin quererlo.

Estaba caminado por la calle obscura, el autobús se alejaba dejando en el agua una estela que desaparecía en el acto mismo de generarse. No había luna ni cielo ni nada.

Abrió la puerta. La besó sin amor, se quitó el abrigo, la corbata, el chaleco y los zapatos. Le pidió un café sin azúcar, prendió la televisión y cogió un periódico, sin embargo, no hizo cosa alguna más que mirar las gotas de lluvia por la ventana.

Fingía que dormía, le dio la espalda y fantaseó sobre esa película que tenía en la cabeza y que algún un día terminaría filmando.

Se lavó los dientes, la volvió a besar y le hizo el amor sin ganas.