Referencia condicional
Por El Autor
Se desploma en la verticalidad de un parque. Sordo, mudo y omnisciente, gatea buscando la firmeza de un banco, lo encuentra y con uñas y dientes se aferra al único eslabón real que le consta. Aún es temprano para arrepentimientos, empero sin quererlo, en consentimiento fruto del cansancio, se lamenta sin tapujos tendido sobre el banco de un parque.
Debería haber previsto esa secuencia lógica causal y no lo hizo. Un fallo puede arremeter a cualquiera y la mala suerte lo condenó. Sin proponérselo promovió los términos de los acontecimientos.
Desde arriba todas las mujeres son rubias.
Desde arriba cualquier escote vale la pena.
Y lo sabe, lo intuye, porque las respuestas importantes vagabundean en la noche. Es el momento del discurso rimbombante, la sonrisa incólume y las barbas enardecidas de asombro; tiempo de hablar de socialismo y corchetes, del tao del amor y el aplastamiento de las gotas, del último y el primero de los hombres. Agenda sin exclusiones, madrugada de errores.
Escuchar asoma como atributo de valientes y qué importa.
Está recostado en un banco del parque, el frío comienza a inquietarlo, pero hay preocupaciones superiores. Como que quiere llover y no llueve. El mundo y el límite del parque son el templo de los sentidos, el placer de agarrar el aliento de las tres de la mañana en un puño cerrado y dejarlo ir.
Y ella regresa apática, deseable,… cuerpo otorgado por la maestría de artesanos grandiosos, aquellos contrapesos suficientes y esa sonrisa que enseña los dientes y los oculta, ese movimiento de parsimonia elegantísima y el magnetismo de esos ojos que miran el piso y nada más. Factores exquisitos, muro de timidez que invita a derribar, aniquilar los cimientos, agotar todos los pertrechos en la conquista.
La quiere suya hasta mañana.
La quiere por todas partes.
La quiere comprar barata y sin bragas.
Estira el brazo para ceñirla a su cuerpo, al tocarla se evapora siguiendo el curso categórico de las alucinaciones y las utopías. Va a reventar si no es cierto, si aquello que se esfuma es mero fruto del intelecto, que después de ahora no volverá a repetirse. Pero la verdad sí derrumba muros. El viento no trae palabras entre sus hilos. Llovizna que viene, certeza que se va.
No debió salir de su casa.
No debió intentarlo… y conseguirlo.
Algo a las diez de la noche lo decía: “hoy puedes perderlo todo”. Las advertencias son para desecharlas, siempre ha sido así, las excepciones impredecibles dan fe de ello.
Todavía demasiado temprano para lamentarse, se entrega al entumecimiento, testimonio mudo de lo veraz. Historia que no va terminar de contarse, la herida bajo la camisa no da para más, la sangre pintándolo todo.
Debió haber notado el anillo. Logrado deducir que las mujeres que se desvisten enseguida lo hacen porque no tienen nada que perder, como así también que un marido celoso no escucha razones.
Y ahora el temblor final que precede a la luz.
*** FIN ***
Nota del Autor: Después de una ausencia prolongada, unas tantas palabras para amortiguar la razón de existir del blog.
Constanza, amor mío, te extraño demasiado.
Sin más, se despide,
El Autor, Concepción, 15 de abril de 2009.
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